2 de diciembre de 2009

La historia anticuaria


"... el que guarda y venera  -al que con fidelidad y amor mira hacia atrás, hacia el lugar de donde viene, donde ha llegado a ser el que es-; por medio de este acto de piedad es como si manifestara gratitud por su existencia. Mientras con cautelosa mano cuida lo que ha existido desde siempre, quiere conservar las condiciones bajo las cuales ha surgido él para los que han de venir después; y así es como sirve a la vida. La posesión de los enseres domésticos de los antepasados cambia de concepto en semejante alma: pues más bien es poseída por ellos. Lo pequeño, lo limitado, lo enmohecido y envejecido adquiere dignidad e intangibilidad por el hecho de que el alma del hombre anticuario, que guarda y venera, se traslada a estas cosas y se hace en ellas un acogedor nido. La historia de su ciudad se le transforma en historia de sí mismo: entiende los muros, las puertas de la ciudad con sus torres, la ordenanza del ayuntamiento, la fiesta popular, como una especie de pintado diario íntimo de su juventud y se vuelve a encontrar a sí mismo en todo esto, su fuerza, su aplicación, su placer, su juicio, su locura y su torpeza. Aquí se podía vivir, se dice a sí mismo, pues aquí se puede vivir, se podrá vivir, pues somos tenaces y no se nos puede derribar de un día para el otro. Así, con este "nosotros", mira más allá de la pasajera y rara vida individual y se siente a sí mismo como el espíritu doméstico, generacional, ciudadano.
[...]

Esta historia anticuaria degenera en el momento mismo en el que ya no la anima ni entusiasma la fresca vida del presente. Se marchita la piedad, el hábito erudito persiste sin ella y se retuerce, con egoísta complacencia de sí mismo, en torno a su centro. Entonces se asiste al desagradable espectáculo de una ciega furia de coleccionista, de una incesante recolección de todo lo que alguna vez existió. El hombre se envuelve de un vaho enmohecido; por el amaneramiento anticuario que le da insaciable sed de novedades, más exactamente de antigüedades, de todo lo que se encuentre, con frecuencia cae tan bajo que le satisface cualquier alimento y devora con placer hasta el polvo de fruslerías bibliográficas".


F. Nietzsche, Sobre utilidad y perjuicio de la historia para la vida, Alción, Córdoba, 1998. Traducción: Oscar Caeiro, p 50 y 54

4 comentarios:

Marina Yuszczuk dijo...

Vivo en un barrio que está lleno de negocios de antiguedades, objetos siempre hermosos que se venden a precios exorbitantes mayormente a turistas y gente de mucha plata que los colecciona, vaya a saber por qué. Lo que se paga entonces es el pasado, se le pone precio, pero es un pasado tan abstracto que funciona únicamente como un plus en la cotización. Todas las cosas están en las vidrieras solas, mezcladas, desprendidas de su origen y su historia. Eso me duele. En San Telmo el pasado es un asunto turístico.
Me impresiona mucho que en este texto de Nietzche aparezca la palabra "piedad", por otra parte, una palabra que hace tiempo me viene rondando en la cabeza.

Ana Miravalles dijo...

habría que ver qué palabra alemana es la que aquí aparece traducida como piedad... tiendo a pensarla como "compasión", pero acá me parece que es algo más amplio, como una capacidad de comprender, vitalmente. ¿Por qué te está rondando esa palabra? ¿a partir de qué?

Marina Yuszczuk dijo...

A partir lo que siento por las personas cuando pienso en sus vidas, en los esfuerzos que hacen, en las muchas veces que tienen que aceptar cosas que no se esperaban. Y porque la escribí sobre el final de mi novela, con todo el pudor del mundo, y con mucha conciencia de las connotaciones cristianas que resuenan ahí. En ese sentido, la piedad me parece un sentimiendo mucho más interesante que la compasión. Y creo que algo de eso está también en Brecht cuando dice que de todos los objetos, los que más le gustan son los que están rotos. Sí, porque llevan las marcas del uso y de la historia, pero también tiendo a pensar que porque están "heridos", o algo así.

Ana Miravalles dijo...

la palabra que usa Niestche es Pietät (http://www.nietzschesource.org/texts/eKGWB/HL), pero por lo que anduve pispeando en los diccionarios aleman español, no tiene ese sentido de compasión sino de respeto, veneración, honradez, rectitud, además de adoración a la divinidad...

De Brecht no sé nada, por ahi estaría bueno leer algo de esto que vos decís.