La separación del cachorro de perro de su camada antes de los dos meses... ¿Influye en su comportamiento?

María nos llama. Está nerviosa, casi desesperada.  Fito ha atacado gravemente a su otro perro, Elmo.

 «Fito ha tenido problemas de comportamiento desde que cumplió los cinco meses, quizá antes… No le gustaba la calle, no permitía que le quitaran su bol de comida… Reaccionaba mal frente a perros y a personas extrañas, hasta que dio unas clases de educación y dejó de hacerlo… Nunca ha gruñido. Fito cumplirá tres años en pocos meses.  Se empieza a poner nervioso si lo bajan del sofá, si le impiden el acceso a una habitación o si no le dan parte de su bocadillo… Elmo siempre ha sido su referente, Fito no se separa de él nunca, Elmo lo cuida, le deja comer primero, beber primero, incluso dormir recostado encima, aunque haga mucho calor. Se quieren mucho. Y hoy Elmo ha ido a jugar con mi hijo y Fito ha intentado matarlo. Ha sido horrible. La primera dentellada ha ido al cuello, varias veces. Elmo se ha vuelto panza arriba y entonces Fito ha soltado, pero después le ha mordido el vientre. Elmo está hospitalizado. Mi hijo le ha tomado miedo a Fito y me han recomendado eutanasiarlo».

María lleva varias mordidas en las manos y una en el hombro. No ha querido ir al hospital. Se imaginaba el procedimiento. Ha llamado a varios sitios buscando ayuda. La recomendación ha sido la misma. Nadie, excepto su veterinario, ha sabido darle explicación de lo sucedido. Y su veterinario lo ha hecho someramente, debido a la urgencia de Elmo.

María ha criado a Elmo desde que lo encontró a un lado de la carretera, con unos dos meses y medio de vida. Elmo es pequeño, negro, con ojos como canicas de caramelo y pesa unos nueve kilos. Tiene ahora tres años y medio. Es compañero inseparable del hijo de María, que tiene ocho años. Y es el apoyo de Fito, de casi tres años, recogido de un contenedor de basura con los ojos aún cerrados y un hilo de vida en su cuerpo. Su madre y sus hermanos estaban muertos. Fito era el único que intentaba mamar de uno de los pezones de su madre muerta, con el cráneo abierto a golpes…
María no pudo hacer oídos sordos. Recogió a Fito y lo alimentó a biberón. Fito es un podenco de talla pequeña, pesa un poco menos de diez kilos. Color canela, con ojos verdes como las aceitunas, amable, juguetón y cariñoso en casa, siempre pendiente de María, un poco miedoso, un poco inseguro, un poco protector, un poco histérico si se queda solo, un poco desconfiado y un poco tirano. Pero nunca había agredido… tanto.

“Un poco de todo”… “Agresividad idiopática”… “Quiere controlarte”… “Es un problema de liderazgo y jerarquía”… “Malcriado”… “Lo tratas como a un niño”… María ha oído ya demasiados diagnósticos y ahora se enfrenta a la decisión de la que dependen la vida y el bienestar de Fito y su familia, ¿eutanasia o dejarlo en un refugio? Por supuesto, el abandono no es una opción, y llevarlo a un refugio, bajo su punto de vista, es lo mismo que abandonarle. Desafortunadamente, la combinación de problemas de Fito no solo es más habitual de lo que debería, sino que es una de las causas principales de abandono o eutanasia.

El caso de María es real. Hemos cambiado los nombres tanto de ella como de sus perros, incluso puede ser que María se llame José y que Elmo y Fito sean en realidad Kiara y Lía, o Fito y Lía, que el peso y color de los perros sean diferentes. Lo que sí hemos respetado es el color de sus ojos, puesto que es desde donde ellos ven el mundo.
Actualmente, Elmo está recuperado sin secuelas físicas y Fito ha aprendido a pasear tranquilo con bozal, compartir recursos con Elmo y su familia humana, así como a interactuar con otros perros y personas cumpliendo con las pautas y protocolos marcados por un profesional. El problema de Fito no es “un poco de todo”, es y será siempre sólo uno: La separación temprana de su madre y hermanos de camada.

Antes de ahondar en el tema, nos gustaría indicar que el tratamiento de conducta de Fito ha sido supervisado siempre por un veterinario. Consideramos que es algo imprescindible cuando se trabaja un caso de problemas de conducta, siendo obligatorio si pensamos que un tratamiento farmacológico podría complementar a la terapia conductual haciéndola más eficaz.
María, desde aquí (aunque te hemos cambiado el nombre), gracias por tu implicación. Gracias a tu hijo por su valentía y su bondad, y a Elmo por su capacidad de ofrecer calma y tranquilidad.

¿Por qué se desarrolla esta problemática?

En el estudio “Prevalence of owner-reported behaviours in dogs separated from the litter at two different ages” (Prevalencia de comportamientos reportados por los dueños en perros separados de la camada a dos edades diferentes), de Pierantoni L, Albertini M y Pirrone F, encontramos el siguiente resumen:
Se comparan 70 perros adultos separados de su madre y hermanos, adoptados con entre 30 y 40 días de vida, con otros 70 perros adultos que habían sido adoptados a los dos meses de vida.
Se realiza un cuestionario a los propietarios para dar respuesta a la siguiente pregunta:

     Dante, rescatado con 3 semanas de vida

“¿Puede la edad a la que se separe al perro de la camada influir en el desarrollo de comportamientos inadecuados?”
           LA RESPUESTA ES

Destructividad, ladridos, miedos, reactividad, posesividad y búsqueda obsesiva de atención fueron significativamente mayores en perros separados de la camada antes de los dos meses de vida.
En comparación con los perros que permanecieron con su grupo social durante 60 días, los que fueron separados de la camada antes, tenían más probabilidades de desarrollar comportamientos problemáticos, especialmente si provenían de una tienda de mascotas.

¿Por qué ocurre?
Hagamos un repaso a las “edades del perro” …

Todos los cachorros se desarrollan igual. No hay diferencia entre un mastín y un perro de aguas, o un caniche, o un bichón maltés. Todos ellos van a pasar por las mismas etapas desde la infancia hasta la madurez. ¿Iguales… del todo? No, sólo en su paso por las etapas. Por regla general, las razas más pequeñas maduran antes de cumplir el año, y las más grandes pueden tardar entre 18 y 20 meses. Pero esta diferencia, imputada a las etapas críticas, es insignificante: No os dejéis engañar porque una raza pequeña madure antes para separarlo antes de los 60 días de vida de su camada: Si no completa debidamente todas las etapas… ¡Tendremos problemas!

¿Qué ocurre en cada etapa?

Vamos a intentar hacer un resumen (aunque algo extenso) de qué pasa y cómo puede influir la separación de la camada en cada etapa de su vida de cachorro. Por supuesto, no todos los perros tienen por qué desarrollar problemas, pero la probabilidad de que esto ocurra es demasiado alta y debemos intentar no correr riesgos. Si estáis pensando en incluir un cachorro en vuestras vidas… no tengáis prisa. No os dejéis engañar por frases como “así se hace mejor a ti” o “ocuparás el lugar de su madre”… no es cierto. No se va a adaptar mejor a tí, sino que va a generar dependencia absoluta. Y no, no es posible que ocupes el lugar de su madre. Como bien dice la sabiduría popular, “madre no hay más que una”, y, en cualquier caso, quizá una nodriza de su especie pueda suplirla, pero no un humano. No, ni de lejos somos iguales ni podremos suplir las necesidades maternales de un cachorro.

-DEL NACIMIENTO HASTA LOS 14 DÍAS:

Sia -rescatada embarazada a término- y sus cachorros (1 día de vida)

Dormir, comer y evacuar es todo lo que hace y debe hacer un cachorro. En los últimos cuatro días abrirá los ojos, pero su vista no estará desarrollada aún.
Un perro entregado en este periodo tendrá muchas probabilidades de no desarrollarse bien ni física ni comportamentalmente y, por tanto, de convertirse en un adulto problemático. Quizá un experto pueda conseguir convertir uno de estos cachorros en un ejemplar psicológicamente estable con mucha dedicación, trabajo, y por supuesto la inestimable colaboración de perros equilibrados cuidadosamente seleccionados para ello sin embargo en los últimos años, el incremento de abandonos, la “afición”, generalmente asociada al afán de lucro de algunos, a la cría indiscriminada,  así como la creencia de que “así  el cachorro se adaptará mejor a nosotros”, hacen que encontremos este tipo de animales “conflictivos” con una frecuencia cada vez mayor.
Si no es por motivos clínicos o circunstancias excepcionales (en cuyo caso deberíamos buscar una alternativa lo más natural posible –madre nodriza-) y bajo supervisión de un especialista en conducta (bien un veterinario especialista en etología o bien un equipo formado por un profesional de la conducta canina y un veterinario), la separación en este periodo no debería producirse. Bajo ningún concepto.

-DE 15 A 21 DÍAS:
Los dientes comienzan a salir. Está aprendiendo a caminar y beber. Aproximadamente a los 21 días el olfato comienza su desarrollo.

 Isa (hija de Sia) con 21 días empezando a moverse más

Es durante esta etapa donde el criador o cuidador debe ejecutar manipulaciones delicadas, levantarlo un poco del suelo y cambiarlo suavemente de posición. Adecuadamente realizadas, mejorarán su propiocepción en un futuro y le prepararán para su interacción con los humanos en etapas posteriores de su desarrollo.

Si lo separamos en esta fase nos veremos obligados a manipularlo para las actividades cotidianas como comer o beber, o el aseo. Si esto no se hace de forma adecuada, provocaremos mucho más estrés del recomendable, pudiendo dar lugar a un estado de estrés crónico. Lo que originará un adulto miedoso, reactivo, agresivo o protector” de todo recurso asociado a la manipulación (comida, juguetes, puesta de correas y arneses…).

Si, además, se trata de un ejemplar con predisposición a presentar un marcado carácter o físicamente “potente”, estaremos añadiendo problemas derivados de la falta de experiencia del nuevo guía, probablemente producto de “la moda de turno”. En muchos casos, los nuevos guías achacan el carácter y comportamiento de su perro a “propios de la raza” cuando, en realidad, el origen del problema es la separación temprana de su camada y madre. Lo peor viene cuando se intenta arreglar con obediencia o “deportes adecuados” y únicamente se logra potenciar los comportamientos “no deseados”, empeorando aún más el problema preexistente.

El desarrollo del olfato es imprescindible para la estabilidad emocional y cognitiva del perro. Si en este periodo lo separamos de la camada, no aprenderá de forma natural las actividades propias del periodo pre exploratorio. Corremos el riesgo de que no llegue a identificar nunca qué es comestible y qué no lo es, desarrollando comportamientos de ingestión inadecuados que pueden derivar en problemas graves de salud asociados a esta conducta.

-DE 22 A 70 DIAS:
Este es un periodo crucial para el desarrollo del cachorro a todos los niveles. Necesita tener un mayor contacto con humanos y debe permitírsele explorar nuevos entornos.
Para una mejor comprensión, dividiremos esta etapa en varias fases:

  • FASE 1 - De la 3ª a 5ª Semana
    Comienza a reaccionar a los sonidos fuertes. Esto le va a permitir entender los gruñidos de su madre y relacionarlos con el momento en que ella le pide que deje de mamar.
           Sia y sus cachorros (4 semanas) en sus primeras comidas sólidas

Si el destete no ocurre de forma natural, pueden desarrollar comportamientos que podemos considerar anormales, como “chupar y succionar” (conductas de amamantamiento) diferentes objetos (mantas, peluches, cojines, calcetines…). Si se mantiene en el tiempo, el perro corre el riesgo de desarrollar este comportamiento de forma compulsiva, así como de ingerir algún objeto mientras la realiza.
Sobre la 4ª semana su oído y olfato funcionan prácticamente con normalidad. Realiza sus primeras vocalizaciones, inicia el desarrollo del lenguaje gestual, empieza a comer dieta sólida, y empieza a salir del “nido” para hacer sus deposiciones. Si le separamos en esta etapa, le privaremos de del inicio de su aprendizaje comunicativo a través del juego con su madre y hermanos: es muy probable que no aprenda a realizar una buena gestión y control de mordida ni el lenguaje canino básico que le permitirá relacionarse con sus congéneres de forma adecuada durante el resto de su vida.

Por otro lado, es posible que el cachorro desarrolle coprofagia (ingesta de heces), ya que, en lugar de iniciar el hábito de abandonar el nido para defecar, la única experiencia que habrá vivido es la de su madre “limpiando” las deposiciones ingiriéndolas para mantener la higiene de su entorno. Será la conducta que repita, en lugar de la de eliminación “normal”. Así mismo, el realizar un cambio de entorno brusco en lugar de permitir al cachorro conocerlo de manera progresiva, puede generarle estrés e inseguridad, que dificultarán la búsqueda de un nuevo lugar para hacer sus necesidades. Esto, finalmente, puede degenerar en problemas de eliminación inadecuada difíciles de mejorar.

Entre la 4ª y la 5ª semana ya es capaz de realizar persecuciones y sacudir la cabeza durante el juego. Es el inicio del aprendizaje del comportamiento de lucha que le será útil para el desarrollo del autocontrol. También en este periodo se inician otras conductas como enseñar los dientes, gruñir y coger cosas con la boca.
Si lo separamos en esta fase, quedará comprometido el aprendizaje de los rituales de lucha vía juego. Debido al desconocimiento que el perro tendrá de la gestión corporal y señales de lucha-evitación de forma normal, podría mostrar comportamientos aberrantes que las sustituyan. De este modo, al relacionarse con otros perros o personas pueden aparecer problemas que se interpretarán como conductas “agresivas”. El comportamiento de juego con otros perros, imprescindible para su bienestar, se verá seriamente afectado.

También podría favorecer la aparición de problemas de pica (engullir objetos considerados no comestibles).

  • FASE 2 - a 8ª semana:
    Comienzan a ser más expresivos y sus sentidos prácticamente están coordinados plenamente. Durante el juego se integra con el resto de los hermanos de camada y se producen de manera más estructurada.

Hacia finales de la 6ª semana, aún es bastante cauteloso, pero va aumentando su curiosidad por el entorno y las cosas que le rodean. Será su madre, quien favorezca e impulse dichas interacciones, actuando a su vez, como referente de calma y seguridad para ellos. Una separación en esta etapa podría favorecer el desarrollo de problemas asociados a miedos e inseguridades, al cambiarlo a un entorno desconocido sin que pueda contar con el apoyo de su madre y sus hermanos de camada para reconocerlo. En consecuencia, provocará niveles de estrés más elevados en el ejemplar y podría contribuir a un estrés crónico.

                    Sia y sus cachorros de 6 semanas jugando

En esta etapa, la madre es la responsable de regular la intensidad del juego entre los cachorros. Si no hay un “control” de dicha intensidad, esta podría aumentar hasta niveles que podrían interpretarse como “agresividad”. Del mismo modo los cachorros aprenden los rituales para iniciar y concluir el juego. Una separación en esta fase puede originar problemas asociados a frustración, miedo y conductas agresivas que además serán muy difíciles de regular en el futuro.

En este periodo que los cachorros ya son más autónomos y se valen por sí mismos, la madre empieza a retirarse y a “independizarse” gradualmente de ellos (si el entorno se lo permite). Serán las primeras experiencias de los cachorros en el “desapego” de su referente, en las que irán aprendiendo a realizar la separación progresiva de ella. A ver a su “referente” irse y volver. La separación en esta etapa puede producir ejemplares con mayor tendencia al hiperapego o apego “no sano” (patológico) con sus referentes humanos y a la ansiedad por separación.

Sia y sus cachorros (4 semanas). Alejando lugar de descanso

Entre la 6ª y la 8ª semana debe empezar a habituarse a humanos desconocidos para él, tanto adultos como niños. Es imprescindible que el criador o cuidador le dedique al menos quince minutos de atención al día, en distintos horarios. Si no lo hace o se separa antes, se pueden producir problemas graves de socialización (ausencia de esta o socialización inadecuada). Si se expone al cachorro a demasiados estímulos, se puede producir una sobre estimulación, que también podría tener un efecto negativo para el ejemplar. Sobre todo en cuanto a niveles de estrés y sobre excitación o “reactividad”.

  • FASE 3 - De la 8ª a 10ª Semana:
     Akia (hijo de Sia) con 9 semanas

El cachorro ya está con su familia definitiva y comienza a habituarse a ella. Es importante enseñarle, la manera adecuada de interactuar con los humanos en diferentes situaciones, así como controlar su cuerpo. Se deben supervisar y "cuidar" con esmero sus horas de descanso, alimentación etc, así como proporcionarle seguridad en su entorno familiar. Debemos comprender que la separación de su entorno anterior y de su “familia canina” puede ser (¡y es!) estresante, de modo que necesitará apoyo y paciencia para adaptarse lo mejor posible.
Como normal general, se le deben presentar nuevos estímulos de manera muy gradual y progresiva, intentando fomentar su pro actividad y la exploración natural del cachorro. Las primeras salidas a la calle deben hacerse breves y sin demasiada estimulación para no sobre pasar los umbrales de tolerancia y provocarle niveles de estrés significativos. Se deben fomentar las asociaciones positivas emocionalmente hablando, con estímulos novedosos (personas, perros, objetos, sonidos etc) tanto en casa como en el exterior.
A partir de esta edad puedes iniciar un aprendizaje tutorizado para cachorros basado en la diversión, el juego y el respeto. ¡es un “bebé” aún! Con una educación que le prepare para afrontar nuestro mundo, nuestras costumbres e iniciar la creación de vínculo a través del aprendizaje… ¡tendréis mucho que vivir y disfrutar juntos! Un profesional educador canino puede  guiaros y acompañaros en el camino de la sociabilización del cachorro para hacerlo de la mejor manera posible y evitar problemas de comportamiento futuros.

En nuestra opinión basada en formación y años de experiencia, no recomendamos adquirir un cachorro menor de 2 meses, incluso si tiene 3 meses aún mejor (dependiendo del entorno de crianza: si es un sitio demasiado estresante o muy pobre en interacción y estímulos, mejor a los 2 meses y medio, pero no antes de las 8-9 semanas).

Cachorros de Sia con 10 semanas. Ellos se fueron con sus familias a partir de las 11 semanas. Los últimos fueron entregados con 4 meses y medio.

Si se adquiere el cachorro a través de un criador, es recomendable asegurarse de que la madre y los cachorros están juntos desde el nacimiento hasta la entrega de animal en un entorno adecuado y que se han seguido las recomendaciones descritas anteriormente. Además, en este periodo los cachorros deben haber sido desparasitados e iniciado la pauta vacunal. En caso de perros de razas con tendencias a problemas genéticos que puedan ser descartados mediante pruebas en los individuos reproductores, es conveniente informarse sobre si a los padres (e incluso abuelos) del cachorro se les han realizado dichas pruebas y el resultado de estas. Si es un criador serio y responsable, debería implicarse en la transición a su nueva casa y ayudar a la nueva familia en lo posible.

Si la adopción del cachorro se lleva a cabo en un refugio o asociación, es recomendable pedir información sobre si el perro ha estado con su madre y hermanos el mayor tiempo posible, en qué condiciones se encuentran (si es una casa de acogida o un refugio o residencia) y si se han respetado las condiciones expuestas en los puntos anteriores. Si es posible, se debe recabar información sobre las condiciones de la madre en el momento de su rescate: si este fue antes del parto, y, en el caso de que la recogida fuese tras el mismo, es interesante conocer las condiciones en las que se encontraban.


   Los cachorros de Sia se criaron a biberón, pero permanecieron con su madre.

Si el cachorro ya ha sido adquirido siendo menor de 8 semanas o incluso se ha criado a biberón desde los pocos días de vida, la mejor recomendación es acudir a un especialista en comportamiento canino con metodología amable cuanto antes. De modo que se pueda intervenir pronto y evitar en lo posible que los problemas que puedan estar empezando a surgir empeoren, además de prevenir otros que puedan aparecer. No todos los perros con separación temprana manifestaran la misma problemática e incluso puede que algunos “no tengan ningún problema” pero… hay conductas derivadas de la separación temprana que pueden aparecer a edades más avanzadas e incluso siendo ya adulto. No es recomendable que una hembra que fue separada tempranamente de su madre y hermanos y que manifieste algún problema, tenga descendencia. Hay habilidades que pudo no adquirir de su madre y que son necesarias para una buena crianza de sus cachorros.

Si tu compañero canino fue separado de su madre y hermanos de forma temprana y presenta algún problema de comportamiento… ¡no es el fin del mundo! Podemos ayudarle a mejorar su calidad de vida, enseñándote a “escucharle” y comprenderle para que pueda mejorar gracias al apoyo de pautas y recomendaciones de un profesional. No podemos volver atrás en el tiempo y cambiar lo que ocurrió, pero podemos ayudarle a disfrutar de la vida juntos.

Diana Dardé, Inma Soto & Alba Toja 

La que veis en estas fotos es Gana, una Shiba Inu a la que tenemos un gran cariño (¡y a sus guías también!) en nuestra escuela y quién no podía faltar en este artículo. En la primera foto la veis los primeros días en su familia y en la última, hace unas semanas con 1 año y 6 meses.
Gana proviene de una de las muchas "fábricas de cachorros" de los países del este y sus guías la adquirieron con mucha ilusión engañadas por quién se suponía vendedor serio y responsable. Una vez vista la pequeña y después de semanas de preparación esperándola con ganas, sus guías no pudieron hacer más que llevársela a casa. Les dijeron que Gana tenía al menos un mes y medio más de lo que realmente tenía cuando se la entregaron... Cuando las conocimos, esta "zorrita" no pasaba de los 3 meses y ya llevaba un mes con ellas. Gana fue separada muy pronto de su camada (posiblemente con un mes), seguramente las condiciones de cría fueron terribles y, para rematar, los vendedores le metieron un viaje de muchas horas hasta España (¡al que sobrevivió por suerte! ya que las condiciones suelen ser deplorables) y luego a una tienda. Gana fue una cachorra que no veía a los perros como sus iguales y le hacían huir, apenas jugaba, su sitio "favorito" era debajo un tresillo en un rincón, no sabía explorar como un cachorro "al uso", no mordisqueaba ni cogía cosas, no quería saber nada del mundo que la rodeaba, hasta las texturas del suelo le intimidaban y vivía con estrés y ansiedad su día a día. Es uno de los casos en cachorros que más nos ha impactado como educadoras caninas en los muchos años que llevamos en esto.
Sus guías han trabajado muchísimo para que Gana pueda ser una perra feliz, con sus "peculiaridades" y "especialidades" pero que pueda disfrutar de su día a día y de la vida que ellas querían para Gana. Hoy es capaz de disfrutar de los paseos en zonas donde no haya mucha gente o céntricas de la ciudad, de jugar con otros perros y con su familia, de conocer de manera adecuada a gente nueva que respete su espacio y de visitar entornos nuevos que poder explorar. Adora la playa y la montaña y venir a nuestra escuela que es como su segunda casa. Hoy en día incluso es una perrita de apoyo para algunos perros en nuestra escuela... ¡y qué bien lo hace!
El camino no ha sido fácil, no os mentiremos; muchas horas de su familia dedicadas, pautas y recomendaciones, "horas de sueño", salidas "intempestivas", clases, constancia y paciencia, el apoyo de perros equilibrados y personas comprometidas (¡gracias!). Y sobre todo, empatizar con Gana y asumir que hay cosas que no podrán cambiar porque son fruto de un periodo que nunca volverá... ¡GRACIAS FAMILIA DE GANA! Por confiar en nosotras desde el inicio y por vuestro valor y esfuerzo... Sois unas campeonas las tres y formáis parte de la familia Lambercan y de nuestro corazón. Sois todo un ejemplo de que, si se quiere se puede.