EMPRESA CUÁNTICA y EMPRESA CÓMICA (II)

A raíz del anterior post, he podido conocer el trabajo de Michel Henric-Coll sobre física cuántica y comportamientos humanos; la verdad es que, incluso a nivel filosófico, me parece un tema muy interesante, por ejemplo la relación que puede tener la superposición cuántica y el principio de indeterminación (o incertidumbre) con la libertad humana (pero ese es otro asunto, quizás para otro post).

Quiero mencionar también algo que he leído esta semana, no recuerdo dónde, como ejemplo de una potencial empresa cuántica: un directivo proclamaba (supongo que intentando reflejar la implicación que exige de sus empleados) que las personas que trabajen con él tienen que dejarse el alma en el proyecto. No sé si obtendrá o no éxito en esos proyectos, pero lo que parece seguro es que conseguirá formar una empresa llena de desalmados.

Pero hablemos de la Empresa Cómica (E.Co.); lo primero es decir que seguramente ninguna empresa es totalmente cómica o cuántica, sino que podemos encontrar en todas características de ambas; lo que intento expresar es la necesidad, que me parece acuciante, de evolucionar hacia postulados cómicos.

Como para todas las demás empresas, la E.Co. tiene una total necesidad de obtener resultados; lo que la diferencia en este plano es el concepto que cada una de ellas tiene sobre lo que son «resultados»: La E.Cu se centra en cifras, mientras que la E.Co. lo hace en las PERSONAS; y lo hace en un sentido amplio: los accionistas que han invertido su dinero son personas; los directivos que gobiernan la compañía son personas; los empleados, sin cuyas ideas, trabajo e implicación no saldría adelante, son personas; los clientes son personas (sí, lo son) o empresas formadas por personas; los proveedores son personas o también empresas a su vez formadas por otras personas; y finalmente la sociedad que de alguna manera se ve afectada por la actividad de esa empresa, también está formada por personas. Y las personas, todas, buscan siempre el mismo resultado: la FELICIDAD.

Desde este punto de vista, podemos avanzar una primera definición de la E.Co., que sería aquella cuyo objetivo de fondo será el contribuir de la mayor manera posible al incremento de la felicidad de todas las personas que tengan cualquier tipo de relación con ella (empleados, accionistas, clientes, sociedad). Y esto no lo hace fijándose principalmente en el cuánto, sino en el cómo lo logra, en atención a los diferentes intereses y necesidades de los diversos grupos de personas que se relacionan con ella (accionistas, empleados, clientes, etc.).

Para ello, la E.Co. trabaja sustentada en principios, valores y virtudes que enfocan siempre la centralidad de la persona; valores que, por desgracia para todos, han sufrido en las últimas décadas una dramática caída en desuso, por la que ahora todo el mundo parece rasgarse las vestiduras, sin hacer, en realidad, gran cosa por recuperarlos. Pero la E.Co. sabe que dichos valores son los únicos que realmente pueden contribuir a la felicidad verdadera de las personas, y por eso se aferra a ellos, como una radiografía de lo que quiere ser.

Podrá alguien decir que esta es sólo una postura idealista y utópica, pero en realidad en deferentes ámbitos ya se está empezando a fijar en la felicidad como elemento básico a tener en cuenta en la medición de resultados. Por ejemplo, un felicidad interior brutapequeño país del Himalaya, Bután, ha sustituido el concepto del PIB (Producto Interior Bruto) por el de FIB (Felicidad Interior Bruta; no confundir con el Festival Internacional de Benicassim) como medidor de riqueza interior y desarrollo. Ese país se ha dado cuenta de que el crecimiento económico no siempre trae consigo un aumento de la felicidad de los individuos y por tanto ha preferido enfocar su política interior a medidas que sí lo hagan. Pero curiosamente descubren que además esto ayuda al crecimiento económico: en 2007 la economía de Bután fue la segunda del mundo que creció con mayor rapidez.

En el plano empresarial, van apareciendo algunos ejemplos de compañías para las que la búsqueda de la felicidad es algo más que un elemento de marketing. Mobivery, empresa que desarrolla aplicaciones para móviles, tiene un peculiar dpto. de RRHH al que han denominado Departamento de la Felicidad, cuya finalidad principal es conseguir que todos los empleados vayan cada mañana a trabajar con una sonrisa en la cara.

En EE.UU., el portal de empleo CareerBliss premia a las empresas que mejoran el nivel de felicidad de sus empleados. Y en el mes de octubre, en A Coruña, se va a celebrar la 2ª Conferencia Internacional sobre la Felicidad en el Trabajo. Todo ello lo apunto como síntomas de que, afortunadamente, la cuestión se empieza a tener en cuenta como verdaderamente relevante.

La E.Co. sabe que ese es el camino, y no se centra tanto en marcarse un objetivo concreto en la consecución de ese objetivo, un “cuánta” felicidad quiero conseguir, sino en el proceso que lleva a ella, precisamente en el “cómo” alcanzarla, o como mínimo acercarnos a ella lo más posible. Como dice Jorge Salinas, la felicidad no es el final del camino, no es un producto; es un proceso. Y ese proceso, ese camino, nos lleva o no a ella en función de CÓMO lo recorremos.

Y cómo se recorre tiene mucho que ver también con el vehículo que se utiliza para ello: los principios, virtudes y valores morales que tienen a las personas como “core business”. En ellos se cimientan las características fundamentales de la E.Co.:

Los deberes y responsabilidades son tan importantes como los derechos; estos siempre deben ir acompañados de aquellas. No se pueden exigir los propios derechos (aunque realmente se hayan generado) cuando no se está uno responsabilizando como debería de sus obligaciones. Esto, que parece de perogrullo, es algo que, especialmente en un país de pícaros como España, deja mucho que desear en numerosos aspectos de nuestra sociedad (desempleados que rechazan trabajos porque les va mejor la prestación por desempleo; empresarios que despiden masivamente y se suben los sueldos de forma escandalosa, y tantos otros ejemplos).

Porque sabe además que la política de exigencia de los propios derechos frente a terceros, normalmente lleva a vivir en la queja permanente por lo mal que hacen las cosas los demás, y no pocas veces, arrogándose derechos que encima ni les pertenecen. Lo que, en conjunto termina haciendo más infelices a los que se instalan en esa postura. En cambio, asumir nuestras obligaciones y responsabilidades, aceptando tantas veces las propias incapacidades y errores, nos hace poder disculpar mejor las de los demás, llevándonos a una imprescindible posición de humildad, que invita a ver todo lo que tenemos como un regalo; y los regalos siempre nos hacen felices. La E.Co. huye de la política de la queja (no sólo horizontal, también de arriba hacia abajo), y aboga por una comunicación abierta y franca en todos los sentidos y direcciones, que ayuda mediante la verdad, a la mejora continua de cara a la finalidad común que persigue.

La E.Co. busca el bien, porque sabe que esta búsqueda (y más su consecución) supone un bien en si misma; para entendernos, no necesita “presumir” del bien que busca o hace. La E.Co. cree realmente que lo que la mano derecha hace no tiene que saberlo la izquierda; por eso no practica la RSC como un elemento de márketing, sino que lo hace porque considera que en su propia naturaleza debe estar la búsqueda del bien común, el mayor desarrollo posible de este. En este aspecto, la E.Co. está muy atenta a “huir de la levadura de los fariseos”, la hipocresía: si una E.Co. se dedica, por ejemplo, a vender rodamientos industriales, lo que no trata de hacer es “vender” las acciones de voluntariado que realizan sus empleados.

En este sentido, Jaime Pereira, en su reciente post «empresas con valor», explicaba sin citar nombres, por razones obvias, el caso de un empresario gallego, director general de una puntera empresa del sector conservero, que amigablemente rechazaba una invitación para hacerle una videoentrevista para el blog pues, decía, en su empresa ningún directivo concede jamás entrevistas, ya que ellos trabajan para el reconocimiento interno, no externo; porque no creen que tengan que presumir de nada (y seguramente, añado yo, que no será porque no tengan cosas de las que podrían presumir como empresa; puede que empresa cómica, quizás sin él saberlo).

cantero picapedrero catedral sentidoLa E.Co. sabe cuál es su finalidad, lleva en el tuétano el SENTIDO de su existencia, y sabe también que precisamente el dar sentido a nuestro trabajo, a nuestro quehacer, es una de las cosas que más claramente contribuyen a la felicidad. Por eso, la E.Co. trata de transmitir, de hacer patente a cada una de las personas que se relacionan con ella, el sentido de su trabajo; la E.Co. hace lo posible para que sus empleados (o accionistas, o proveedores) no se sientan como picapedreros, sino como constructores de catedrales.

La E.Co. vive como un sistema complejo, compuesto por otros subsistemas interiores, que a su vez los forman personas (ayudadas por máquinas, tecnología, procesos, etc.). Y, muy importante, está insertada dentro de un sistema superior, más complejo aún, con el que interactúa, que es la sociedad en la que se desenvuelve. Desde esa perspectiva sistémica, la E.Co. tiene una finalidad muy clara, que es la de crear el máximo posible de riqueza, para sí misma como sistema individual, y también en lo que aporta al sistema superior, que es la sociedad.

Esta visión sistémica hace, por ejemplo, que no existan los tiras y aflojas entre regiones geográficas de una misma empresa, o entre servicios centrales y de operaciones, porque cada elemento es consciente de formar parte del sistema-empresa, para el que se trata de maximizar el valor, la riqueza generada. Esto se aprecia, entre otras cosas, en los sistemas retributivos, donde lo fundamental son los objetivos colectivos por encima de los individuales.

En la E.Co. el objetivo de la felicidad se manifiesta en parte (aunque no solo) en datos económicos (como cualquier otra empresa refleja también sus resultados en ese lenguaje) a través de la creación de riqueza, basada en algunos Principios Econocómicos:

El primero es la propia fórmula de la generación de riqueza, de valor:

            R = MBG – (mPSd; <MPSb)

Lo que quiere decir que la Riqueza que crea la empresa, desde una perspectiva sistémica, es igual al Mayor Beneficio Generado (por una acción, una decisión, o lo que sea) menos el menor Perjuicio Soportado (por otros), siempre que este perjuicio sea siempre inferior al Mayor Perjuicio Soportable. Traducido: las acciones econocómicas de la E.Co. siempre tendrán en cuenta, además del beneficio que producen directamente por su propia actividad, el perjuicio causado de cualquier índole, incluido a terceros ajenos. El beneficio generado debe compensar el perjuicio causado, y este siempre debe ser menor que el mayor perjuicio que en determinada circunstancia se pueda y deba soportar.

En este sentido, una E.Co., por su propia naturaleza, nunca fabricará ropa o artículos deportivos utilizando mano de obra infantil, pues el perjuicio soportado por esos niños no se puede considerar soportable (no es cómicamente planteable). También la E.Co. tiene en cuenta, desde su visión global sistémica (el sistema superior es el social, a cualquier nivel) que la fabricación de determinados bienes no puede hacerse a costa de un perjuicio ecológico insoportable, tanto de manera temporal inmediata como a futuro. Tampoco una entidad financiera cómica (si es que existe) se pondrá a conceder ingentes cantidades de créditos de dudoso cobro, a pesar del gran lucro inmediato vía bonus internos, porque estarían perjudicando de una manera insoportable tanto a las personas que se endeudan (sin tener medios reales para hacer frente a la devolución) como a los accionistas, que corren un riesgo quizás irreparable en sus inversiones.

Esta manera de valorar la creación de riqueza, como se ve, ya tiene en sus propios genes una verdadera dimensión de RSC y de SOSTENIBILIDAD, económica y ecológica; y no por el hecho de que ello pueda ser una herramienta de marketing a la moda, para vender más sus productos o servicios, sino porque el perjuicio del sistema global (da igual que sea a nivel mundial, de país, o de barrio) termina repercutiendo sobre la propia empresa, como parte del mismo. La E.Co. trata de evitar siempre que el pan para hoy se convierta en hambre para mañana.

Otro principio econocómico es el de la Sabiduría Práctica (en el próximo post incluiré una inspiradora charla de TED Talks sobre este aspecto). La E.Co., como cualquier otra, también funciona a través de procesos, regulados muchas veces de forma expresa y otras tácita. Pero la E.Co. sabe que el centro no pueden ser nunca las reglas y los procesos (nunca se escuchará decir: «¡es que esto siempre se ha hecho así!»), sino las personas, que tantas veces “funcionan” por emociones, más que por decisiones puramente racionales. Por esa razón, la E.Co. utiliza en el proceso de creación de riqueza la sabiduría práctica, que básicamente es la capacidad de saber en qué momento, en qué circunstancias, los procesos y reglas deben saltarse con el fin exclusivo de conseguir un bien, una riqueza mayor para las personas. Y casi siempre esto tiene que ver, no con capacitaciones técnicas y complejas maquinarias, sino con las relaciones interpersonales y la empatía.

Pongo un ejemplo, cotidiano, de esta manera de crear riqueza para el sistema. Un anciano, de esos que caminan muy despacio, apoyados en su bastón, tiene que cruzar una calle de un sólo carril para lo que se dirige a un paso de cebra, sin semáforo. La regla (el procedimiento) dice que todo peatón siempre tiene preferencia para cruzar un paso de cebra, si no hay semáforo. El abuelo, que va a comprar chuches para sus nietos que saldrán del cole dentro de un rato, tardará más de un minuto en cruzar la calzada. Cuando va a empezar a hacerlo se percata que un coche está llegando al paso de cebra y se detiene delante; inmediatamente llega otro automóvil, que se para detrás del primero, y otro, y otro, hriqueza comica bien comunasta seis en total, que quedan parados, hasta el cruce anterior. El abuelo, que se jubiló en una E.Co., aplica mentalmente la fórmula que allí aprendió y se dice: la norma me da a mi todo el derecho a cruzar en este momento y nadie se molestaría por ello. Si lo hago tardaré un minuto, que multiplicado por los seis coches que están parados producirá un perjuicio soportado total de seis minutos. En cambio, si los dejo pasar, en 10 o 15 segundos todos lo habrán hecho, y yo podré cruzar con más tranquilidad (6 min. de perjuicio acumulado contra 15 seg.). Por lo que el anciano hace un claro gesto con la mano al primer coche para que pase y el resto van detrás. Esta es una actitud claramente econocómica y lo interesante, además, es que al pasar el sexto coche, se para junto a él, ocupado por su nuera que iba a buscar a sus hijos al cole, quien le dice: «venga abuelo, suba que le acerco a la tienda de chuches».

Bien, admito que esto último es una licencia “literaria” que me he permitido, pero no se puede negar que, tal y como ha ido la acción, entraría dentro de lo posible, mientras que si el abuelo hubiese puesto su derecho por encima del beneficio global generado en ese pequeño sistema del paso de cebra, seguro que no se hubiese enterado, y se habría pegado el solo toda la caminata hasta el colegio de los nietos.

Diferente sería si la fila de coches ante el paso de cebra fuese de 100 vehículos; en ese caso no se puede causar al anciano un perjuicio no soportable (irreversible, se podría decir) de manera que por esperar tanto tiempo no pudiese llegar a recoger a los chicos.

El principio de Sabiduría Práctica es fundamental para poder tomar decisiones que requieren pasar por encima de la regla establecida, no por un afán transgresor, sino de generar un mayor bien, una mayor riqueza. Los procesos de selección en la E.Co. se centran en reconocer este tipo de aptitudes en los candidatos, por encima de los masters que figuran en el cv. Aptitudes y actitudes que tienen mucho que ver con la empatía y con la capacidad de relacionarse con las personas, otras de las características del entorno cómico. La E.Co. requiere, quizás más que el resto, del talento en su interior, empezando por el TALENTO EN VALORES.

Puedo estar dando una imagen (espero que no) de que la E.Co. es una especie de organización benéfica, y no es así. Como decía, tienen que conseguir resultados, como todas las empresas. ¿Puede haber despidos en la E.Co.? Desde luego, siempre que el perjuicio soportado por esas personas despedidas y por el coste soportado por la empresa fuese inferior al perjuicio que se produciría si, de no hacerse, en un futuro más o menos cercano la empresa tuviese que cerrar definitivamente. Es una consecuencia elemental de la aplicación de la fórmula de la creación de riqueza. Lo que ocurre es que la manera de realizarse el despido (el “cómo”) no tiene nada que ver con otras empresas que no son cómicas: se plantea siempre desde un punto de vista humano (compasión: sufrir con el que sufre; empatía: ponerse en su lugar) y no en el habitual modo técnico-racional (bueno, eso en el mejor de los casos).

Hay un tipo de E.Co., de un nivel quizás más avanzado, que practica la “Economía del Otro”, según la cual, toda decisión econocómica debe crear riqueza para un  tercero. Aquí ya no se trata que el perjuicio causado a terceros sea pequeño y soportable, si la riqueza creada global así lo permite, sino que directamente se pretende, además de crear riqueza para la propia E.Co. como sistema, también crearla para terceros. Pero esto, supongo, ya son palabras mayores.

Finalmente, la última pata, el otro principio econocómico en la que se apoya la E.Co. es un elemento fundamental, en diversos aspectos. Se trata del valor que da al SENTIDO DEL HUMOR como herramienta de trabajo, de relación, de potenciación de la creatividad y la productividad, de fomento de las buenas relaciones interpersonales, de disfrute, en definitiva, de la creación de riqueza. Pero como este punto ya me parece que por si mismo tiene una enorme importancia, lo voy a dejar para más adelante, no se cuándo, para un post monotemático. Lo que sí tengo claro es que en la Empresa Cómica (y de ahí también su nombre), uno de los principales valores, un «cómo» básico a la hora de actuar para cumplir su misión, es el del sentido del humor, que tantas veces resulta ser un pariente cercano de la felicidad. Porque, ¡pásmense!, es posible divertirse trabajando, y la E.Co. lo incentiva

Pues hasta aquí este larguísimo post, que espero sepáis perdonar por su falta de concisión (reconozco que no he sabido hacerlo de otra manera, ni cómo partirlo en trozos). Si no os habéis dormido del todo al leerlo, sí me gustaría que aportaseis libremente a este tema casos reales, ejemplos de empresas en las que veáis características de la Empresa Cómica. Creo que si lo son, o van camino de ello, se merecen que salgan a la luz. Ya decía al principio que pocas empresas son del todo cuánticas (menos mal) y pocas del todo cómicas, pero si conocéis alguna que tenga puntos en común con estas, sería interesante conocerlas, y verlo sobre casos reales.

Para mi, un ejemplo bastante bueno (y fácil esta semana) de empresa-equipo cómico es la selección española de baloncesto. Porque gana; gana muchos trofeos y medallas, pero lo que más llama la atención y admira es CÓMO lo hace: como equipo cómico empatía valores felicidadequipo (sistema) en el que el bien-riqueza común está siempre por encima de las individualidades (que las hay de altísimo nivel); con respeto (empatía) al adversario (en la final se pudo llegar a cien puntos pero claramente no se intentó, pues no hacía falta: ganar humillando no aporta nada a la victoria, al contrario, la empobrece); cómo el centro son las personas y no las cuentas de explotación (honores): la «bomba» Navarro, como el anciano del paso de cebra, tenía derecho a recoger la copa de campeones pero supo tener empatía y sabiduría práctica, para ceder el honor a un compañero que acababa de perder a su padre. Cómo se divierten jugando, en el camino hacia el logro final del título, y como emplean constantemente el humor en su manera de relacionarse y formar grupo.

¿Estas maneras, estas características «cómicas», son las que les hacen ganar los partidos, los torneos?. Posiblemente no (aunque estoy seguro que contribuyen mucho) pero sí es cierto que esos valores hacen que durante todo el proceso del campeonato ellos sean mucho más felices (resultados), objetivo este que verdaderamente es el que buscan todas las personas, también los «cracks» de la canasta. Este equipo experimenta que se puede pasar de la incertidumbre del éxito deportivo (que como éxito cuántico, puede llegar a concretarse o no) a la certidumbre de saber que para lograrlo no renunciarán a ser como son, a actuar siempre bajo la perspectiva de sus valores más cómicos, y eso es lo que les permite, durante el proceso, encontrar la felicidad, se gane el oro o no.

Espero vuestras aportaciones cómicas a través de los comentarios. Gracias por adelantado y por la paciencia de llegar hasta aquí.

8 respuestas a “EMPRESA CUÁNTICA y EMPRESA CÓMICA (II)

  1. Ojala los equipos de trabajo de las compañía fuesen como el equipo de basket que tan bien
    defines…ganan además de porque son buenos, porque todo lo que comentas. Y me dan
    envidia cuando veo que se lo pasan tan biennnnnn

    • Tienes razón, Montse; creo que las empresas deben hacer un esfuerzo en la búsqueda de talento, no solamente de competencia técnica (que también), sino sobre todo «cómica», y el sentido del humor y la capacidad de disfrutar debería ser un punto importante a analizar en los propcesos de selección. Ayudaría mucho al funcionamiento de los equipos de trabajo.

  2. «Tampoco una entidad financiera cómica (SI ES QUE EXISTE) se pondrá a conceder ingentes cantidades de créditos de dudoso cobro, a pesar del gran lucro inmediato vía bonus internos, porque estarían perjudicando de una manera insoportable tanto a las personas que se endeudan (sin tener medios reales para hacer frente a la devolución) como a los accionistas, que corren un riesgo quizás irreparable en sus inversiones.»

    Si es que existe, claro.

    Me ha encantado el artículo. Entre otras cosas porque aporta grandes ejemplos de la visión sistémica, que tanto y tanto cuesta a los managers cartesianos (de)formados en las Escuelas de Negocio conseguir entender.

    Y gracias!!

    • Gracias a ti, Michel, por tus continuas aportaciones y empeño por contribuir a que la realidad empresarial avance y mejore.

      Cada grano de arena que se pueda aportar modifica la realidad sistémica de la «playa» económica y humana en la que nos movemos, así que ¡¡a seguir con ello entre todos!!.

      Un saludo.

  3. Apreciado Victor,
    Me gustaría hacerte alguna pequeña y breve aportación.
    Yo cuando leo el término «cuantico» en los escritos de Michel, me imagino cuestiones relacionadas con la fisica y especialmente con lo «intangible» con esas fuerzas que no vemos pero que están ahí. Y creo firmemente que para entender el mundo de las organizaciones hay que buscar la interpretación de esos «intangibles» y no la simplificación a esquemas que pretenden encuadran en unos cuantos ejemplos o modelos la diversidad de las organizaciones.
    No hay nada mas intangible y más diverso que las expectativas, sensaciones, y visiones que tienen las personas dentro de eso llamado Empresa.
    Por lo tanto para mí una Empresa Comica o al menos la que tu visualizas no es ni más ni menos que una Empresa Cuántica. Eso si, con una alta probabilidad de entrar en bancarrota por un error de paradigma. Y ese error es ir buscando procesos agradables en vez de resultados agradables.
    Eso de que la Empresa Cuántica (la que definia Michel en su magnifico post) se basa en cifras, creo que no es exacto ni justo.
    Espero la siguiente parte y muchas gracias por lo que he aprendido.

    • Jose Mª:

      Muchas gracias por tu aportación, especialmente por la discrepancia, que siempre amplia la perspectiva de las cosas.
      Sí me gustaría comentar que todo este lenguaje que he empleado de empresa cuántica y cómica, como habrás percibido, es púramente metafórico. Desde luego no es una clasificación que aspiro a que pase a las escuelas de negocio.
      Estoy totalmente de acuerdo contigo en la importancioa de esos intangibles que comentas, pero no tanto en cuanto a lo de los «procesos agradables». La verdad es que no estaba hablando de eso, más bien al contrario, creo que lo difícil es mantener actitudes «cómicas»: creo que es más fácil (agradable) seguir siempre la corriente a nuestros superiores jerárquicos, aunque tengamos la certeza de que se equivocan; hablar en la verdad es mucho más difícil (tanto que puedes poner tu puesto de trabajo en riesgo), pero estoy convencido que mucho más rentable para la empresa. Renunciar a un derecho legítimo por el bien común del «sistema» (empresa, equipo, etc.) es más difícil que exigirlo en buena lid. Lo que sostengo es que precisamente las actitudes cómicas, que en si mismas tienen en cuenta a las personas, con todas sus expectativas, sensaciones y visiones, son mucho más importantes que los procesos para obtener buenos resultados.
      No me resisto a contar algo que me ha pasado esta misma tarde, como ejemplo de actitud cómica. He ido a hacer la compra a Mercadona, con la certeza de llevar en el bolsillo 90 €, en tres billetes (este detalle es importante). Despues de llenar el carro he llegado a la primera caja que he encontrado y cuando me disponía a pagar, tras pasar toda la compra, me encuentro con tan solo dos billetes de 20 €. Entre el azoramiento de la situación y el agobio de tener que dejar medio carro, comento con mi mujer que seguro que tenia un billete de 50. En ese momento la cajera se levanta, diciéndome que espere un momento, y en un par de minutos se resenta con el encargado. Me temía lo peor (no se por qué, la verdad). Ante mi sorpresa, el encargado me dice: un empleado ha encontrado en la escalera (por donde yo habia subido del garaje) un billete de 50 € y lo ha traido a esta caja, así que aquí lo tiene. La «casualidad» de haber ido precisamente a esa caja (las otras no sabían nada de los 50 €) es otra historia.
      Para mi, la actitud del empleado que encontró el billete y lo entregó al encargado me parece una actitud absolutamente cómica; el procedimiento agradable y fácil para él hubiese sido meterse los 50 € en el bolsillo: ganancia rápida y fácil, de la que nadie se habría enterado. No creo que sea casualidad que eso haya pasado en Mercadona, empresa que sale habitualmente en las primeras posiciones de buenas empresas donde trabajar. Y empresa, además, con muy buenos resultados. Cabría hacerse muchas preguntas: ¿se trataba de un empleado honrado, sin más, y quizás otro no lo habría hecho? ¿acaso la empresa se encarga de intentar buscar personas con ese perfil, entre otras características? ¿es la actitud de los mandos del establecimiento la que alienta esa manera de actuar, pensando en las otras personas (clientes, compañeros…) por encima del propio interés? ¿o son los valores de la empresa los que se transmiten de manera creible, dando ejemplo desde la cúpula? ¿o son, más bien, todas esos puntos anteriores juntos los que hacen que los empleados de esta empresa, en general, se sientan bien trabajando allí, lo que facilita la fidelización de los clientes, y por tanto los resultados de la compañía?.
      Gracias de nuevo, José Mª, y espero seguir contando con tus aportaciones. Saludos.

  4. Excelente artículo.

    Permíteme añadir una perspectiva de Deming con un comentario en la introducción del libro «El Sistema Deming» en el que se explican las ventajas «prácticas» de la colaboración frente a la rivalidad:

    «Una conclusión que se extrae del razonamiento de Deming es que mirando de beneficiar a los demás, uno se beneficia a sí mismo, mientras que lo contrario no es cierto. »

    y

    «De forma muy resumida podemos concluir que frente a la gestión directiva preponderante basada en la Teoría de los Resultados Financieros, siempre con datos retrospectivos, Deming propugna la Teoría del Control de Calidad. Según ella el objetivo de una empresa es elevar el estándar de vida de la sociedad al ofrecer productos y servicios cada vez mejores.»

    • Jordi:

      Muchas gracias por tus palabras hacia el post y sobre todo por tu aportación.

      De lo que expones del pensamiento de Deming creo que se desprende que una mayor altitud de miras, un mayor sentido en lo que hacemos, peronal y/o profesionalmete, contrubuye a la mejora de los resultados empresariales. Y estoy seguro que además (y principalmente) contribuye de una manera poderosa al tránsito por el camino hacia la felicidad que todos perseguimos.

      Un saludo y espero seguir «leyéndote» por aquí.

Tus ideas y comentarios serán de gran ayuda; te animo a compartirlos.