La consulta astrológica

Muy a menudo la gente me pregunta qué técnica astrológica uso en mi consulta. Sobre todo aquellos que saben algo de Astrología y han encontrado más de un sistema de trabajo. Si incluímos los asteroides o no. Si las progresiones terciarias o secundarias, si el sistema de casas de Placidus ó Equal ó Koch.

Son muchos los que me confrontan con la válida pregunta de que en la Astrología siempre se puede encontrar algo con qué explicar un evento, o mejor aún, que cada astrólogo ve lo que quiere ver o lo que le conviene ver para probar su teoría.

Todas estas preguntas son válidas y tienen su punto. Pero generalmente están formuladas por gente que nunca ha investigado la Astrología. Aún así es verdad que efectivamente, todos vemos lo que queremos ver o lo que estamos preparados para ver. Como también es verdad que la carta astral y sus aspectos astrológicos se pueden leer de muchas formas. Cada astrólogo, verá a través de su propio prisma y desde su nivel de consciencia.

Todo esto está muy bien, pero la Consulta Astrológica, es algo diferente. Cada astrólogo trabaja con el sistema que mejor le vaya o con los elementos que encuentre necesarios. Sea como sea, es necesario formarse, estudiar y haber practicado por varios años.

Pasa lo mismo con los médicos o con cualquier otra profesión. Pero lo que pasa en la Consulta Astrológica, entre el cliente y el astrólogo, es otra cosa y tiene algo de Magia o de Alquimia, algo que raramente ocurre en la consulta médica.

Una de los sistemas que la mayoría de los astrólogos (aunque no todos) usamos en la consulta, es el silencio. El escuchar es la más importante de todas las técnicas de trabajo y esto requiere entrenamiento y práctica, también.

En la Astrología Arquetípica, que es con la que más me identifico, tenemos a nuestra disposición un abanico de imágenes arquetípicas, Dioses y Diosas, basadas en poesía griega, con los que podemos trabajar. Todos tenemos dentro a la Venus, a Marte, a Plutón, a Hermes o Mercurio, a Saturno, y con un poquito de ayuda del astrólogo, podemos conectar con ellos en nuestro fuero interno, para aprender a descifrar sus mensajes y comprendernos mejor.

En realidad esa es la máxima riqueza de la Astrología, como la entiendo yo.
Asi que sea cual sea la técnica que usamos, lo que realmente intentamos hacer los astrólogos, que a través de la interpretación y la aplicación de esas imágenes cósmicas a nuestra vida cotidiana, es despertar en cada cliente ese conocimiento ancestral que les ayude a recordar lo que ya saben, antes de entrar en la consulta.

La mayoría de los nosotros sabemos la respuesta antes de llegar a consulta. Sólo que, el trabajo en conjunto con el astrólogo nos ayuda a conectar con esas partes íntimas y poder así, experimentar un “aja!”, experiencia mágica tanto para el consultante como para el terapeuta/astrólogo. Todas las técnicas que estudiamos, simplemente nos ayudan a poder contener a la persona que experiencia una verdad interna, que puede ser más o menos explosiva. La confrontación con nosotros mismos puede ser dolorosa, hermosa, terrorífica e/o iluminante. Pero lo importante es saber estar allí, cien por cien, al lado del cliente, cuando hace estas conexiones con su alma.

En lo que a mi concierne, no practico Astrología Predictiva, aunque a veces es inevitable hacerlo, por que con la práctica he aprendido que lo más importante es ese momento alquímico que ocurre entre cliente y astrólogo, cuando este último con su sabiduría, sea cual sea la técnica que use, logra con las imágenes y símbolos astrológicos, evocar en el cliente esa conexión con su propia sabiduría interna, para que pueda encontrar sus propias respuestas.

La consulta astrológica es como un masaje para el alma, en un lugar, donde, con la ayuda del astrólogo, podemos viajar por nuestro paisaje interno y encontrarnos con nuestro Ogro, nuestra Doncella, con Cenicienta, con la bruja de Blancanieves, con el Mago malvado de la Bella durmiente, con Bella, con la Bestia, con Afrodita y Persefone, con Hades y Zeus, en ese lugar, que los griegos llamaban Olimpo, ese lugar que sólo existe en el interior de nuestra psique.

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