Después de la adolescencia….

Dicen que las utopías y los ideales llenan el espíritu, que orientan todas las decisiones hacia un fin, pero, ¿Qué pasa cuando ya se llego al fin? La rueda sigue girando y girando, y las personas son esclavizadas por la rutina del giro, por proyectarse al infinito sin ningún fin, cuando el progreso consiste en progresar, cuando la economía es perfecta por que carece de fin, cuando el vestirse no tiene ningún fin, ni protegerse del frió ni representar un pensamiento, si no que la ropa es el fin sobre si mismo. Que ocurre con la sexualidad cuando ya no es algo sagrado, cuando ya no persigue el placer y/o satisfacción sexual (ahí me refiero a la libertad sexual), sino que es solo tener el acto sexual por tenerlo, por continuar teniéndolo, reproduciéndose, sin un fin para hacerlo.

¿Qué pasa cuando la vida no tiene un fin? Cuando formamos parte de unas redes asquerosas de pensamiento que nos envuelven como la vida envuelve al recién nacido. Cuando somos niños creemos en los cuentos de hadas, creemos en que todo puede pasar, creemos en los finales felices. Lastima por que olvidamos que no todos tenemos ese fin, algunos viven un cuento existencial al modo de Kafka, algunos vivimos en carne propia los personajes de Victor Hugo. Quizás algunos ni siquiera tenemos un final.

Como unos versos de amor a la nada “La conozco” “claro en tus sueños”, como un cántico distorsionado ante el abismo de la soledad, por que el vaso se quebró y el agua se esparció por el piso, limpiando toda la mugre con la que mis pies mancharon el piso. Con una inhalación profundo roce el infinito y no encontré nada, con una aspiración opiasica intenta hallarme un final pero caí con era un piedra que siempre regresa a la mano. Quise vislumbrar un horizonte solitario pero fracase perdiéndome en bosques de existencias terribles, de colores con gusto a pena, raspándome los codos con piedras de olor a rosas.

La solución ya esta dada, salir del cascaron y reconstruir el mundo, largarme de la casa, abrir las alas y volar, viajar, buscar y entre que buscar por que el destino no me dará nada. Atravesar los profundos vacíos de los nombres para hacer que la “cuasistica” llame a mi puerta por una sola vez y sea capaz de escucharla, si en otros tiempos fui incapaz de percatarme ¿por que ahora no puedo darme cuenta? Pero paralizado por el miedo, quede maldito por los detalles, no hay nadie que quiera a un detallista de la vida, de las gotas que caen danzando junto a las hojas en otoño, de una niña que juega con su pelota imaginado que es un sol que brilla alto así bien alto, de un día de sol tendido en el pasto viendo la forma de las nubes, del viento en los oídos que pareciera abrazar y lamer cada centímetro de piel, de un niño que juega con su amigo imaginario a reírse de los que no lo pueden ver, no existe nadie que quiera a alguien así. No existe nadie que quiera a un cobarde.

Mantengo lo que siempre he dicho, que estas nuestras vidas son cuetos de hadas, lastima que no podamos tener el final que deseamos.